Desde un juicio histórico de genocidio hasta el
derrocamiento de un presidente, “500 AÑOS” cuenta una extensa historia de la
creciente resistencia que se ha manifestado recientemente de Guatemala, a
través de las acciones y perspectivas de la mayoría de la población que es maya
indígena y ahora se prepara para re-imaginar su sociedad.
500 AÑOS narra la historia épica que llevó a
Guatemala a un punto de inflexión en su historia, desde el juicio de genocidio
del general Ríos Montt al movimiento popular que derrocó al presidente Otto
Pérez Molina. Mientras que los pueblos indígenas de Guatemala no son ajenos a
la opresión, los recientes acontecimientos que tuvieron lugar durante un
tumultuoso período de tres años finalmente parecen posible cuando su movimiento
se encuentra con la protesta de la sociedad popular para acabar con la
corrupción.
Como testigo de este momento heroico en la historia
guatemalteca, 500 AÑOS documenta el inicio del fin de una cultura de impunidad
y una sociedad lista para el cambio. Centrándose en temas universales de
justicia, racismo, poder y corrupción, 500 AÑOS narra la historia desde la
perspectiva de la mayoría de la población que es indígena maya, y sus luchas en
la creciente democracia del país.
Este es el tercer capítulo de la trilogía de
documentales sobre Guatemala, dirigida por Pamela Yates, y sigue las películas
“Cuando las Montañas Tiemblan “(1983), y “Granito: Como Atrapar a un Dictador “(2011).
La película se estrenará a principios de 2017.
Fotografía: Daniel Hernández-Salazar |
Por la madrugada en la Ciudad de Guatemala en enero
de 2013, soldados con armas automáticas se encontraban posicionados en todas
las esquinas. Una larga línea de indígenas Mayas se dirigió a la alta corte,
una institución históricamente dominada por los intereses de una pequeña élite
blanca. La periodista/antropóloga y principal protagonista de 500 AÑOS, Irma
Alicia Velásquez Nimatuj, dice: “Este es un país que se levanta de las cenizas
del genocidio y que aún vive con miedo.” Apenas tres décadas antes, la élite
gobernante, desató un oscuro período de represión y masacres, dejando 200.000
muertos en su mayoría indígenas, y 45.000 artistas, intelectuales y activistas
urbanos desaparecidos. Después de trece años de perseverancia, finalmente los
sobrevivientes Mayas llevaron a juicio a uno de los principales arquitectos del
genocidio, el ex-dictador Efraín Ríos Montt.
Cuando Ríos Montt es declarado culpable como
resultado del juicio, una visión momentánea de la esperanza de justicia para
Guatemala se restablece. Sin embargo, diez días más tarde, bajo presión feroz
de la élite política y empresarial, el Tribunal Constitucional anula el
veredicto por una tecnicidad.
Fotografía: Saul Martinez |
A pesar de lo decepcionante que fue para muchos el
juicio, otros lo vieron como una pequeña e históricamente improbable victoria
para la población indígena. La activista Maya, Andrea Ixchíu, ve el juicio como
un llamado a la unidad Maya, frente a nuevas amenazas— el “genocidio de la
tierra” y la comunidad a manos de las despiadadas industrias extractivas
internacionales ayudadas y apoyadas por el Estado guatemalteco.
Andrea tiene razón. El genocidio ocasionó más que
el asesinato masivo de personas, el ejército robó vastas extensiones de tierra
y borró 626 comunidades indígenas de la faz de la tierra. Hoy en día, en las
áreas exactas donde se perpetraron las masacres, las comunidades fueron
reemplazadas por megaproyectos internacionales como minas a cielo abierto,
represas hidroeléctricas masivas y agri-empresas extensivas que continúan
destruyendo tierras Mayas. Según Irma Alicia, “Si el gobierno otorga todas las
licencias que las compañías han solicitado, habrá una mina cada 100 kilómetros
en Guatemala. Destruirá el país.” El presidente Otto Pérez Molina fue el
principal animador de todas estas industrias extractivas internacionales.
Pero Irma Alicia ha reflexionado profundamente
sobre la situación y explica que ninguna cantidad de unidad Maya por sí sola
puede tocar a los gobernantes de la élite guatemalteca. La única esperanza
sería forjar una alianza indígena con la población urbana no indígena, algo
improbable en un país impulsado por el racismo estructural.
Fotografía: skylight.is |
Pero en la primavera de 2015, algo inesperado
sucede: se descubre evidencia irrevocable de un esquema de corrupción masiva en
el gobierno del presidente Otto Pérez Molina. Su vicepresidenta también está
profundamente implicada. Como afirma Irma Alicia en su columna periodística, la
corrupción en Guatemala se ha vuelto endémica, desde los funcionarios locales
hasta los principales políticos, y está robando a los ciudadanos de servicios
indispensables. Después de sufrir décadas de abuso gubernamental, los
habitantes urbanos se comienzan a agitar con un creciente sentido de
indignación. Al principio, pocas personas ocuparon en protesta la capital.
Luego, semana tras semana, más personas de la clase media urbana salen a
protestar, uniéndose a miles de Mayas que salieron en masa del campo, juntos en
resistencia y superando la división racial. Daniel Pascual, líder del
movimiento campesino indígena más grande de Guatemala, se ocupa organizando
manifestaciones en todo el campo, mientras que Andrea ha fundado un colectivo
de jóvenes de medios para producir un programa de noticias en la web que luego
se vuelve viral. Irma Alicia también está allí, participando en las
manifestaciones, lluvia o sol, y relatando los sucesos en su columna. Luego, la
mayor manifestación en la historia de Guatemala sacude a la capital y
finalmente derriba al presidente Otto Pérez Molina, enviándolo a la cárcel de
Matamoros como un criminal común. Pero como todas las historias reales esta
tampoco tiene un final estilo Hollywood. Irma Alicia nos recuerda que esto es
sólo el comienzo de un largo camino, pero ella y los otros protagonistas Mayas
se regocijan sabiendo que esta es una Guatemala diferente y más esperanzada que
en la que ellos nacieron, con el balance de poder cambiado para siempre.
Fuente: Skylight.is
0 comentarios:
Publicar un comentario